sandungaveleidosa

Por fin de vuelta en mi ciudad, el metro, el smog, la familia, el perro, la gente que hace como si no existieras, los carretes veleidosos, las amigas, la música fuerte y los recuerdos.

Al fin, nuevamente en el anonimato, como tanto me gusta; salir y que nadie se fije en que si llevas puestos o no tus leopardos, o si tienes el pelo de color fluorescente, es genial por eso me gusta Stgo.

Los carretes donde la veleidosidad está a flor de piel, en los que surgen temas de conversación diversos y extraños, donde suceden cosas que jamás pensaste que ocurrirían, donde la gente actúa de una manera muy rara, donde se ven caras pero no corazones, donde se comparten cigarrillos y un trago con el fin de pasar un buen rato, donde se conoce a las personas en su otra faceta.

Una vez alguien me comento que la mejor forma de conocer a las personas es carreteando, y no se, algunas veces creo que podría llegar a ser cierto, pero analizando el contexto a las personas y a mi, creo que la mayoría de las veces, las personas se llevan una impresión totalmente errada de mi, si bien algunas veces la cosa se vuelve veleidosa, por diversos motivos, no quiere decir que en todas las ocasiones sea de esa manera.

Fuera de todo esto, pienso que hay sandungas que sirven para desprenderse de ciertas cosas, de entender que no hay uno solo, que no es el único que sabe como hacer las cosas, que no es el único que te mira de esa manera, y de verdad esas cosas ayudan, son pequeños empujones que ciertamente colaboran en aclarar aunque sea un poco tu mente.

Pero también cuando la veleidosidad es máxima, estos empujones colaboran únicamente en que sufras constantes viajes hacia las profundidades de tu mente, donde las cosas se tornan cada vez mas oscuras y confusas.