Decime que me odias, que te gustaría lastimarme, que te enamoraste de otra mujer. Pero no me digas que te estas olvidando de mí, podés tratar si querés, pero no vas a poder. El pasado es un bloque, no se puede dividir.



miércoles, 1 de julio de 2009

Saber extrañar.

¿Y por qué sentirte de esta manera? ¿Por qué esperar a que el frío cale tus huesos? ¿Por qué escuchar tal canción? ¿Por qué recordar cosas tan pencas? Porque hoy la cicatriz volvió a abrirse, por ende me siento sola y vulnerable, porque siento ganas de llorar y mandar todo a la cresta, porque la lluvia me hace ponerme más pensativa, porque en este momento no me queda nada más que hacer que escribir, y no puedo escribir sino de mis sentimientos, no puedo dejar de crear relatos que expresen como cresta me estoy sintiendo ahora. Siento que en este mismo momento debería tomar mis cosas e irme, o apagar el notebook y la música y acostarme a llorar toda la tarde. Pero por que, por que desahogarme de una manera tan fácil, como es llorar; prefiero escribir, escribir toda la tarde si se me antoja, porque me descargo por medio de las palabras, como no va a ser genial la comunicación y el lenguaje, si a través de él puedo hacer un montón de cosas. Quizás suene medio loco, pero encontré que la guía sobre ontología de lenguaje era muy interesante y que de cierta forma, cuando el autor se refería a las declaraciones, tomaba mi esencia y la escribía. Bueno, retomando el tema, no sé si es bueno o malo comenzar a recordar todas las cosas que te hacen mal y te han marcado de manera virulenta. En este preciso momento es donde necesito a mi mamá, y a sus palabras más que nada, necesito que me diga un par de cosas para sentirme un poco mejor, necesito un abrazo que transmita amor y sentimiento, no un abrazo como un “tramite”. Que peor que sentir que no le importas y que más encima te abraza porque siente que es lo correcto y no por que le nace hacerlo. Me hacen tanta falta, me hace falta el afecto, el cariño, el amor, la preocupación, la hermandad, la confabulación y la complicidad. Echo de menos las tostadas en la mañana, que el perro abra la puerta y que, como si fuera una persona, entre y se apodere de la entrada de la casa; extraño el pescado frito dominicano, extraño los cantos de mi tata los sábados por la mañana, extraño el besito de buenos días que mi papá me da en la frente, extraño el abrazo sorpresa de Tomy, o el apretón cariñoso de Isidora, extraño que mi máma se refiera a mí con diminutivos, extraño incluso ver como la tortuga come sus camaroncitos. Los extraño.

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